lunes, mayo 28, 2007

Altruismo 0

La gente ya no comparte. Mi único vecino generoso debe tener la estúpida idea de que su ruter consume más que una lavadora a plena carga y con detergente de marca. Así que nunca lo mantiene encendido más de 5 minutos. Lo suficiente para que yo ya me haya enzarzado en 6 conversaciones de mesenyer que veo abruptamente interrumpidas por su régimen de economato. Lo que ayer me pareció una casualidad inocente, se está convirtiendo en un patrón de conducta, por la ley de inducción. Diría que me desconecta en lo mejor, pero es que ni siquiera me permite tal jolgorio. De hecho, creo que es una situación tremendamente cruel, y empiezo a pensar que más que un novato ahorrador es un consumado sádico.

Últimamente no me ocurren más que desgracias. El otro día manché una camiseta blanca, lo cual me hizo tomar medidas domésticas inmediatas a altas horas de la madrugada, con fatídicos resultados: lo que empezó siendo una repugnante mancha rosada se ha convertido en una serie de ridículas manchas azules (ya, “¿azules?”, por eso digo que son ridículas). Tras el último intento, me temo que el único resultado es que ya tengo otra camiseta para hacer deporte. Y hoy he desayunado un colacao cosecha del 99. Y he dormido mal. Y ese piso, sin amueblar, no me vale. Tras el pateo cuestabajo y cuestarriba.