Trencadís De Full
La jornada intensiva deja paso a una jornada absurda. Doce horas más hora y media de transporte hacen trece y medio. No da mala suerte pero casi.
Las cuentas no salen, el tiempo no sale, el cómputo no cuadra y recibo mails preguntándome por las horas perdidas. Reviso todo, ya cuadran las horas, nadie sabe qué hago y yo nunca sé qué hace nadie, pero todo encaja.
Somos una gran familia.
Una gran máquina que, sorprendentemente, ¿funciona?
Un no jefe mío vende a otro lo que yo he hecho, delante de mí, hablando siempre en un plural mayestático que he de suponer que me incluye, y yo asiento y afirmo con indiferencia, con deferencia, con ¿profesionalidad? Parecen satisfechos y las horas de mi tiempo que tiran a la basura por incoherencia organizativa, si tal palabra existe, son remuneradas como las que sirven de algo.
Todos contentos.
Quiero salir de este manicomio.