lunes, enero 29, 2007

¡No, no, el helado de tiramisú, noooooo!


Me he pasado meses sembrando el caos y la destrucción. Desordenando todo a mi paso. Acumulando suciedades varias. Conservándolas, alimentándolas, mimándolas. Y ahora todo eso ha de tocar a su fin. He de deshacer mi labor. O hacer la labor que no he hecho en meses.

En cualquier caso, es horrible. Es el fin de la civilización (de la mía). No hay palabras no censurables para describir mi dolor, mi pena, mi rebeldía ante lo tajante de los hechos venideros. Barreré con lágrimas en los ojos y una escoba en las manos.

Siempre he creído que estas cosas no pasarían. Que aunque me las imaginara, sólo eran motivo de especulación y mofa. Ficciones. Ahora sé que esos simulacros de estrategia no me han preparado para afrontar la realidad. Y cuando la fantasía se hace zozobra y el bonometro, incertidumbre… yo no puedo sino renegar largo y tendido. Y a eso me dedico.

Malditos conejos.

miércoles, enero 10, 2007

Adquisición

- Llevo 20 años en este trabajo, y estoy preparado para decirte qué zapatilla te va mejor, pero no – me dice con aire altivo y ligeramente prepotente – para considerar la estética.

Total, porque le he dicho que me molan las zapatillas llamativas y que ya que me van a durar 3 años lo menos las quiero rojas y molonas y… evidenciadoras de su precio, vamos. Y que teniendo en cuenta que las uso 3 días a la semana como mucho, no quiero que sean caras… y, haciendo resumen ahora en frío, me doy cuenta de que le he soltado todas mis inquietudes y fobias: corro por asfalto, poca distancia, corredora de fondo, constancia inconstante, me dan miedo las arañas, y que se me desaten los cordones…

Y lo curioso, sobre todo, es cómo se ha perpetrado la compra. He de decir que yo iba con idea de mirar y no de comprar. De ver qué modelo me gustaba y luego hacer mi comparativa propia de pros y contras, de precios y contraprecios.

Vamos, que me dejo asesorar y me saca “la zapatilla elegida del año como la más mejor por los editores de mimimimimi” (mi atención se dilapida). Nike Pegasus. Wow. El nombre me mola. Me la pruebo. Escepticismo y posterior convicción. Mola, ya la miraré, ya lo pensaré.

- ¿Y qué precio tiene ésta? – digo yo que es hora de llegar a números
- 100 euros
- ¿Y con el descuento por rebajas y carné de estudiante y absoluto racanismo y…? – insisto, porque está claro que por 100 lauris, puedo tener zapatillas.
- Pues se queda en 90 €. La tenemos 4 días.
- ¿Sólo tenéis rebajas 4 días? ¿Hoy qué es, miércoles?
- No, que nos llegó hace 4 días…
- Vale… pues me lo pienso y me pasaré mañana…
- ¿Y si te la rebajo más, te la llevas hoy?
- Hombre, depende del descuento – digo con mi cara de flipe genuino, y agrego con sinceridad –… es la primera vez que regateo.
- Te la dejo en 85
- Ah, bueno – digo con alivio –. Por 5 € me da igual, me paso mañana…
- ¡80!
- … - dudo.
- ¡80 y no bajo más!

Quería esperar, quería que fuera perfecto. Quería probar con muchas zapatillas antes de elegir las que serían las mías. Quería cuidar cada aspecto de esa simbiosis ser humano calzado que se produciría en los próximos meses y presumiblemente años (¡80 lauris!). Así que mi inflexible respuesta ha sido:

- Me las quedo.

Y aquí están. Gracias a todos.

(Subiré la imagen pertinente en breve, voto a tal. El puto blogger me está volviendo loca y no la sube)
EDIT:

¡¡Oh maravillosa nueva versión de blogger a la que me he visto obligada a migrar de forma predestinada e inconmovible!! Cómo odio los cambios. Pero he logrado subir la foto. Para mí que el no poder antes se debía a sabotaje, más que nada.

lunes, enero 08, 2007

Estadísticas

Siete de cada diez consumidores…

La vida, el mundo, es pintoresco en sí. No hace falta rebuscar tanto.

Cualquier imagen en tv nos muestra esas salidas de tono, esas escenas realmente incongruentes, fascinantes, humanas a fin de cuentas.

Una semana dedicando la primera imagen a un emigrante muerto por el terrorismo (tipical spanish, nadie dice eso, se ve que no resulta tan promocional ni tan romántico), 15 minutos de cada edición dedicadas al deporte, menciones especiales a las escenas de furor rebajil… cómo evitar reírse ante el contraste, ante esta desproporción.

No suelo mirar mucho rato seguido la tele, si no es el canal AV… pero estas dos últimas semanas de convivencia familiar, de horrible tira y afloja y consentimiento y sumisión, he descubierto que:

Los hábitos de los demás pueden realmente impedir los míos (la tele del salón es de todos pero no mía hasta que no hay nadie).

Mi afición de establecer un centro de ocio en el salón asociado a la tele más grande de la casa (portátil conectado para ver pelis, playstation conectada y compitiendo con la iluminación del belén…) está claramente en desacuerdo con la tendencia paterna de no ver cables en el salón y no ver en la tele otra cosa que televisión.

martes, enero 02, 2007

No sé lo que quiero

A veces me doy cuenta de que...

Noséloquequieronoséloquequieronoséloquequieronoséloquequiero noséloquequieronoséloquequieronoséloquequieronoséloquequiero noséloquequieronoséloquequieronoséloquequieronoséloquequiero noséloquequieronoséloquequieronoséloquequieronoséloquequiero noséloquequieronoséloquequieronoséloquequieronoséloquequiero noséloquequieronoséloquequieronoséloquequiero.

Y tal.